Iñigo y Pirucha en Amritsar (by: Pirucha)

El domingo Iñigo amaneció raro pero disimuló para no preocuparnos a Marina y a mí y porque a lo mejor pensó también que se le iba a pasar.

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A las tres de la tarde dejamos con muchísima pena a Marina en el aeropuerto e Iñigo y yo iniciamos un viaje de seis horas hacia Amritsar en un coche conducido por un indio completamente loco llamado Honey.

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Claro que la carretera estaba llena de dementes como Honey que se adelantaban unos a otros vinieran o no coches en dirección contraria, de burros diminutos inverosímilmente cargados, de ricksaws, autobuses, bicicletas, camiones, motos… todos pitando sin piedad ni descanso y sorteando de cualquier manera mendigos, puestos de frutas, vendedores ambulantes y alguna que otra vaca.

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Honey, de vez en cuando, se “orillaba” un poco que diría Dudu (pero muy poco porque no había arcén ni nada parecido) apagaba el motor y todas las luces porque le gustaba que estuviéramos muy a oscuras y que no nos viera nadie y se ponía a hablar por el móvil. Y cuando Iñigo se enfadó y le dijo que ya estaba bien y que se habían terminado ya las charletas, se debió enfadar y empezó a tirarse unos pedos dulzones asquerosísimos llenos de especias y picantes. Pero Iñigo ya tenía bastante fiebre y no los olía y yo no me atrevía a decir “please, Honey, do not fart…” por si se enfadaba y me decía que nos bajáramos.

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Cuando por fin llegamos a Amritsar Iñigo estaba ardiendo de fiebre y en la recepción del hotel tuvimos que pedir que llamaran a un médico. Nos instalamos en una habitación muy grande y muy limpia y estupenda que estaba llena de indios muy bien uniformados y muy preocupados/entretenidos con lo que estaba ocurriendo.

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El médico vino enseguida, las medicinas llegaron muy rápidas también y allí estuvimos sin movernos hasta que nos bajó la fiebre y dejamos de ir al baño. Unas 30 horas.

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El martes 24, a las dos de la tarde, decidimos visitar el Templo Dorado (dorado porque es de oro puro) y que se encuentra en el centro de un estanque enorme lleno de agua sagrada. Es el centro del sijismo, religión basada en las enseñanzas que los gurús reciben directamente de Dios y que luego pasan a sus fieles. Todas las personas que entran en él son bienvenidas sin distinción de razas ni religiones y puedes comer y dormir en él todos los días que quieras “gratis total”.

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En los ochenta el Templo fue ocupado por sijs independentistas. Indira Gandhi mandó al ejército a desalojarlos y hubo cientos de muertos. Ese mismo año sus guardaespaldas sijs la asesinaron.

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Para poder entrar en el Templo tienes que descalzarte y cubrirte la cabeza. Los zapatos los dejas en una especie de guardarropa gigantesco para zapatos que hay muy muy lejos de la entrada y tienes que mojarte los pies antes de entrar en un agua muy templadita y muy vivida en la que los fieles además se mojan las manos y se las pasan por la cara.

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Dentro, cuando estás dentro del recinto, cuando oyes a los sacerdotes entonar los cantos sagrados en punjabí y contemplas la luz dorada del atardecer reflejándose en el estanque y la armonía de todo lo que te rodea (me he puesto cursilísima) te das cuenta que pocas veces volverás a tener la suerte de admirar algo parecido. Os dejo un video para que lo veais vosotros:

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http://www.youtube.com/watch?v=bO169kcG_JA

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Muchas gracias Pilar por decir que soy guapa. No te puedes imaginar la ilusión que me ha hecho. Pero es porque llevo gafas. Y a María Contreras no le hagas caso porque su madre y yo hemos crecido juntas , nos queremos mucho y nos ciega la pasíon.

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El fin de semana que viene nos vamos los tres a Rishikesh, Volvemos el domingo y yo me vuelvo el martes así que los detalles del viaje os los darán los niños.

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